Los estudiantes internacionales a menudo se enfrentan a elevados tipos de cambio y altas comisiones por transferencia. Cuando se tiene una cuenta bancaria en otro país, a menudo hay que convertir divisas al realizar transacciones o recibir fondos. Estas conversiones pueden dar lugar a comisiones adicionales y tipos de cambio fluctuantes, que pueden erosionar el presupuesto de un estudiante.  

Tener una cuenta de un país diferente puede restringir el acceso a los servicios bancarios locales o dificultar una experiencia de compra fluida. Esta limitación puede hacer que tareas sencillas como retirar dinero en efectivo, pagar actividades relacionadas con la vida académica o viajar con amigos, se conviertan en tareas innecesariamente complicadas y lentas.

Las transacciones internacionales, especialmente si se realizan a través de cuentas bancarias en el extranjero, suelen conllevar elevados costos de transacción. Enviar dinero de un país a otro suele implicar la intervención de múltiples intermediarios, que cobra sus propias comisiones. Estos costos pueden poner a prueba los limitados fondos que dispone un estudiante internacional y, en última instancia, reducir su capacidad para pagar gastos esenciales como el alojamiento y el material de estudio.

Las transferencias internacionales pueden tardar varios días en procesarse, lo que puede provocar retrasos frustrantes en el acceso a los fondos. En algunos casos, los fondos pueden incluso bloquearse o perderse en tránsito, con graves consecuencias para los estudiantes. Estos retrasos e incertidumbres pueden afectar gravemente a la capacidad de un estudiante para cubrir gastos imprevistos.